Bolsos Keniatas, el eterno flechazo

Bolsos Keniatas, el eterno flechazo

Era junio y Mi amiga L. me esperaba sentada en unas de las terrazas del centro de Palma cuando vi por primera vez un bolso keniata.

Estaba colgado de la silla. Era un bolso beige, desgastado, con una de las asas casi rota y, aún así, me pareció el bolso más especial que había visto nunca.

Era junio y Mi amiga L. me esperaba sentada en unas de las terrazas del centro de Palma cuando vi por primera vez un bolso keniata.

Estaba colgado de la silla. Era un bolso beige, desgastado, con una de las asas casi rota y, aún así, me pareció el bolso más especial que había visto nunca.

L. me contó que era de su madre, que lo había llevado mucho durante los años 80 y que por más que intentaba encontrar un nuevo modelo no lo conseguía. Nunca tenían el mismo acabado, ni la misma forma, ni la misma caída.

Y ahí empezó nuestra pequeña obsesión.

Nos empezamos a preguntar cómo se fabricaban, quién los hacía, de dónde venían, por qué no se encontraban fácilmente.

Y en esa búsqueda descubrimos una cestería en el casco antiguo de Palma que había tenido los bolsos. El dueño de esa pequeña tienda repleta de cestas preciosas, pero diferentes a los bolsos que buscábamos, los llamó Keniatas.  

Y fue entonces cuando fuimos tirando del hilo que nos llevaría hasta el lugar del mundo en el que se fabrican: Kenia.

Con el tiempo hemos logrado entender que si se fabrican en Kenia no es por casualidad.

Es uno de los lugares del mundo en el que se dan las condiciones climatológicas idóneas para que crezca la planta Agave Sisalana, a partir de la cual se crea la fibra de sisal.  

Todas las piezas fueron encajando poco a poco.

Empezamos a conocer cómo era su proceso de fabricación, cómo se tiñe el sisal, por qué son capazos tan duraderos o por qué tienen unas asas determinadas.

Y desde entonces, desde hace ya unos años, trabajamos con cooperativas que elaboran artesanalmente los bolsos.

Mujeres que tejen cuidadosamente el sisal reflejando y modulando la tradición del Kiondo Keniata con el bolso funcional.

Un trabajo artesano único que da como resultado capazos que no entienden de producción en cadena ni de pantones exactos.

Bolsos que suponen una compra consciente y que se convierten en objetos casi de coleccionista, porque nunca son iguales unos a otros.

En definitiva, bolsos con los que mantenemos un eterno flechazo.

 

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